Existe mucha confusión sobre la definición y la nomenclatura de estos tratamientos. Se usan términos como terapias biológicas, terapias moleculares dirigidas o diana, medicamentos inteligentes, anticuerpos, inmunoterápicos, etc. Por sencillez, podemos dividir las terapias biológicas en terapias moleculares dirigidas o diana e inmunoterapias FIGURA 5.
Contrariamente a la quimioterapia que destruye las células tumorales (y lamentablemente también un poco las sanas) las dianas terapéuticas o blancos moleculares bloquean funciones específicas de las células tumorales, deteniendo el crecimiento o provocando la muerte cuando el bloqueo tiene que ver con funciones vitales.
En el caso de la inmunoterapia, estos medicamentos impiden la acción inhibitoria que ejerce el tumor en nuestro sistema inmunitario. Es decir, el cáncer inhibe nuestro sistema inmunitario; con los inmunoterápicos, este vuelve a funcionar y rechaza las células tumorales porque las reconoce como ajenas a nuestro cuerpo.
Para que las terapias biológicas funcionen, es preciso que haya presente una diana especifica en el tumor, que lo representan proteínas o alteraciones del ADN que se pueden dosificar con pruebas moleculares muy sofisticadas.
Si la diana está presente, los nuevos medicamentos son indicados y el resultado es, en general, muy bueno.
Si la diana no está presente, estos medicamentos no presentan ningún beneficio y a veces son incluso contraproducentes y dañosos.
Los nuevos medicamentos biológicos son muy caros. Por esto, su prescripción está sometida a controles estrictos controlados por parte del Ministerio de Salud. Los oncólogos tienen que obtener la autorización del Ministerio para poderlos prescribir, proporcionando los datos de las pruebas moleculares ejecutadas.
Por tanto, para poder prescribir estos medicamentos, hay que haber ejecutado las pruebas moleculares con éxito favorable (presencia de las alteraciones moleculares específicas) sobre la pieza operativa del tumor primario cuando está disponible o bien hacer una nueva biopsia sobre la que poder realizar las pruebas moleculares.
Los éxitos de las nuevas terapias biológicas son dignos de mención. Los pacientes con las características moleculares adecuadas pueden alcanzar una supervivencia a largo plazo allí donde la sola quimioterapia y los demás tratamientos clásicos no alcanzaban los 12-18 meses de vida media.
Un número cada vez mayor de pacientes que, sobre la base de la clásica distinción se consideraban incurables, están ahora vivos y bien tres, cinco o siete años después del diagnóstico. Está claro, pues, que está emergiendo una clase intermedia de pacientes entre las dos categorías reconocidas hasta hace poco: pacientes curables/pacientes incurables, FIGURA 4.
La enfermedad permanece bloqueada en este tercer grupo de pacientes gracias a los tratamientos por periodos tan largos que hacen esperar en la curación. Nos encontramos aún en una fase demasiado precoz para poder entender la evolución del tumor en esta tercera clase de pacientes, pero los resultados obtenidos hasta ahora con estos medicamentos en los pacientes con tumores en fase avanzada como el melanoma, los cánceres de pulmón, de riñón, de ovario, de vejiga y de mama dan ya ahora esta esperanza en un porcentaje tangible de pacientes (10-30 %). Lamentablemente, para muchos otros tumores como el de páncreas, de estómago, de colon, de recto, de hígado, de cerebro, estos resultados «fuera de escala» no se han alcanzado aún con las terapias biológicas, si no en casos muy raros con alteraciones moleculares excepcionales.
En general, los efectos adversos de los medicamentos biológicos son inferiores a los de la quimioterapia clásica. Pero no es siempre así, ya que:
- los medicamentos moleculares dirigidos o diana pueden provocar erupciones cutáneas muy graves, que se toleran peor que los trastornos clásicos que provoca la quimioterapia como la náusea, el vómito y la alopecia;
- la inmunoterapia tiene incluso una cierta mortalidad por formas autoinmunes de neumonía o colitis. Por suerte, la frecuencia de estos eventos extremos es muy, muy rara.