EL ABC DE LA PREVENCIÓN

El tema importantísimo de la prevención se ha desarrollado amplia y exhaustivamente en las publicaciones y en los folletos de las sociedades científicas, de las asociaciones de pacientes y de las instituciones. Y todo este material está disponible en línea. Se remite pues al lector a algunos de estos sitios para un tratado completo del tema:
www.esmo.org/guidelines/;
https://www.nccn.org/professionals/physician_gls/default.aspx#detection 

No obstante, como quiera que la abundancia de información genera a veces incertidumbre y confusión sobre lo que hay que hacer, en esa sección se resume solo el ABC de la prevención, es decir, las reglas básicas, reducidas al mínimo, que sería conveniente que todos siguieran ya que estudios clínicos han demostrado, durante décadas, que son eficaces.

La prevención tiene dos aspectos distintos:

  1. La prevención primaria que consiste en evitar la exposición a cancerígenos, esto es, a sustancias o agentes que provocan el cáncer.
  2. La prevención secundaria se basa, por su parte, en la posibilidad de descubrir el tumor durante una fase muy precoz, en un estado inicial cuando aún se puede curar a través solo de la cirugía.

1-Por lo que atañe a prevención primaria, no fumar es la recomendación más importante de todas. No es tan importante si se fuma o no, sino «cuánto se fuma y por cuánto tiempo se ha fumado». Hay un sistema muy sencillo para calcular de manera científica cuánto se ha fumado: el cálculo de los «paquetes de cigarrillos/años» que resulta de multiplicar el número de cajetillas de 20 cigarrillos fumados cada día multiplicado por los días del año en que se ha fumado esa cantidad. Ejemplo: un fumador de un paquete al día por 20 años tiene un consumo de «20 paquetes/años», como el de un fumador de media cajetilla al día por 10 años. La tabla siguiente ilustra el aumento espantoso de riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón al aumentar el consumo de cigarrillos.

 

Consumo de cigarrillos (paquetes/años)                       

riesgo de cáncer de pulmón
1 0.1%
20 1%
60 5%
90 8%
100 13%
120 20%

Por tanto, 1 persona de cada 7/8 (13 %), que empezó a fumar a 20 años 2 cajetillas de cigarrillos al día, desarrolla cáncer de pulmón a 70 años. ¡Sobrecogedor! Sin embargo. el dato más importante tiene que ver con la reversibilidad de este espantoso efecto cancerígeno del humo. Dejando de fumar, el riesgo se reduce progresivamente a lo largo del tiempo hasta bajar a niveles muy bajos, cercanos a los de los no fumadores.

Después del humo, siguiendo en orden de importancia están las recomendaciones para limitar el consumo de alcohol, la exposición excesiva al sol, la exposición al amianto o a productos tóxicos industriales.

También seguir una dieta mediterránea ocupa un papel importante en la reducción de la incidencia de los tumores, sobre todo los del tracto gastrointestinal. Sin embargo, esta reducción es difícil de definir: no hay una medida «hamburguesas/año» como para los paquetes de cigarrillos/año. Por tanto, en general, aunque no sea necesario evitar totalmente la carne roja, se recomienda limitar su consumo, prefiriendo carnes bancas (pescado, pollo) y sobre todo fruta y verdura.

Temas como el efecto cancerígeno de los móviles, el de los electroductos o el de la contaminación de las ciudades con respecto al campo no tienen documentación científica sólida que los apoyen. Aquí nos tiene que guiar el sentido común para evitar situaciones extremas que, claramente, son muy poco salubres.

2.La prevención secundaria es eficaz para cuatro tipos de cáncer (no para todos los tumores). Se actúa a través de pruebas instrumentales que se repiten a intervalos de tiempo, empezando a una cierta edad.

Entre la población en general, existen dos actitudes opuestas con respecto a estas recomendaciones de prevención secundaria. Por una parte, las personas obsesionadas por hacerse continuamente demasiadas pruebas; por otra, aquellas que de manera desconsiderada no hacen nada porque no lo juzgan «prioritario» o no han entendido bien el problema.

Como se ve por las indicaciones que siguen (tomadas de las directrices internacionales, que a su vez se han generado con esfuerzo a partir de experimentaciones clínicas a lo largo de años), la eficacia de estas medidas de prevención es considerable y el número de pruebas, su frecuencia y la edad en la que se recomiendan son precisos y limitados y deberían seguirse estrictamente. Entre estas pruebas, destaca la ausencia de recomendaciones en relación con los marcadores tumorales, dada su poca fiabilidad.

El cáncer de cérvix o del cuello uterino

Puede diagnosticarse a través de la CITOLOGÍA, también llamada Prueba de Papanicolau, que se recomienda una vez cada tres años desde que se inicia la actividad sexual hasta los 65 años. Si la citología vaginal resulta positiva, la mujer tiene que realizar una colposcopia, una prueba que permite ver directamente el cérvix uterino. Si esta prueba genera sospechas, hay que realizar una biopsia.

A partir de los 30 años en adelante, la nueva prueba de cribado de la infección de HPV (virus del papiloma humano) de alto riesgo representa la alternativa a la citología. La toma sigue el procedimiento que se usa para la citología. Si la prueba HPV resulta positiva se recomienda la citología, procediendo luego como arriba.

También es útil recordar la gran eficacia de la vacuna contra el virus del papiloma humano (HPV) en la prevención de este cáncer, que se recomienda a todos durante la edad escolar y, en los casos HPV positivos, también en edad adulta.

El cáncer colorrectal

Puede prevenirse muy eficazmente a través del diagnóstico de los pólipos, cuyo desarrollo precede de años su transformación en cáncer. Para obtener esto, son posibles varias estrategias. En orden creciente de cuidado y eficacia, las más recomendadas son las tres siguientes:

  1.  prueba de sangre oculta en heces, cada dos años entre los 50 y los 70 años. Si esta prueba da positiva, es indispensable realizar la colonoscopia que permite examinar todo el colon recto. La colonoscopia también permite el tratamiento de posibles pólipos, además de proporcionar el diagnóstico, a través de su eliminación durante la misma sesión.
  2. junto o como alternativa a este programa mínimo se recomienda la rectosigmoidoscopia realizada una sola vez a la edad de 55-65 años. La rectosigmoidoscopia es similar a la colonoscopia, pero menos molesta porque se limita a la visualización del último tramo del intestino (el sigmoideo y el recto). Efectivamente, este segmento es la sede del 70 % de los tumores colorrectales. Esto significa que esta prueba no explora la parte superior del colon.
  3. la colonoscopia constituye la alternativa más rigurosa y completa con respecto a las dos estrategias que se acaban de describir; se realiza por primera vez a la edad de 50 años y se repite10 años y 20 años después. Este método explora todo el órgano y es la estrategia de prevención más eficaz para los tumores de este órgano.

Gracias a la colonoscopia, la mortalidad de esta enfermedad puede reducirse incluso del 40 %.
La llamada colonoscopia virtual, también denominada colonografía por TC (puesto que se trata de una TAC especial sin introducir ningún instrumento) no es tan eficaz y, si resulta positiva, necesita de todas formas de la colonoscopia clásica.

El cáncer de mama

El diagnóstico precoz es posible con la mamografía, que se recomienda cada dos años a partir de los 50 años hasta los 70.
Una variante más rigurosa es extender la mamografía entre los 45 y los 74 años con una periodicidad anual en las mujeres por debajo de los 50 años.
En caso de que existan sospechas, después de la primera prueba, siguen una visita clínica y otros controles diagnósticos hasta llegar a la biopsia.
Gracias al cribado, la mortalidad de este tumor se reduce del 25 %.

El cáncer de pulmón

Por fin, muy recientemente se ha demostrado la eficacia de la TAC del tórax para reducir la mortalidad por cáncer de pulmón. Esta ha de repetirse una vez al año durante tres años consecutivos a partir de los 55 años. La eficacia y, por lo tanto la recomendación, no vale para los no fumadores, sino solo para los fumadores o antiguos fumadores que han tomado al menos un paquete de cigarrillos al día por 30 años o más, por tanto, para las personas con alto riesgo. El cribado con TAC del tórax permite reducir la mortalidad por cáncer de pulmón de un 20 % en esta población.

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