¿ES RECOMENDABLE UNA SEGUNDA OPINIÓN?

Son cinco las condiciones en las que normalmente se solicita un segundo parecer:

  1. al principio, para el planteamiento general del caso;
  2. durante la estadificación para confirmar la extensión de la enfermedad;
  3. después de la cirugía, para entender si vale la pena realizar tratamientos adyuvantes;
  4. durante la fase avanzada, para entender si los tratamientos prescritos son los mejores;
  5. durante las fases muy avanzadas, para entender si conviene realizar otros tratamientos antitumorales o no y si existen ensayos experimentales apropiados para el caso.

Entre estos, los casos más frecuentes son el tercero, el cuarto y el quinto.

 Si el programa que ha realizado el centro de referencia se ha entendido bien, los objetivos se explican bien, el médico de referencia goza de la confianza del paciente y de los familiares y el centro dispone de todas las pruebas diagnósticas y las formas de tratamiento necesarios, no es necesario oír un segundo parecer. Si, por el contrario, faltan algunas de estas condiciones o incluso solo para reforzar, de todas formas, la confianza en el médico y en el centro que ha propuesto un cierto programa, entonces puede valer la pena escuchar un segundo parecer.

Es recomendable buscar un segundo parecer muy abiertamente, en total acuerdo con el médico de referencia.

En general, se busca el segundo parecer de profesionales conocidos que no deberían tener dificultad en apoyar el programa realizado por los colegas si es correcto, sin necesidad de decir nada más original, lo que provocaría desorientación en el paciente e irritación en el colega de referencia.

Como en todos los trabajos, los problemas tienen a menudo una solución correcta, X, Y y Z. Frecuentemente, Y y Z son los dos correctos y óptimos, mientras que la tercera vía Y, aun siendo correcta, no es óptima. En esta condición, es aconsejable que se discutan estos aspectos durante la segunda opinión y que, si la decisión que ha sugerido el centro de referencia era una de las dos normales, esta sea avalada por el especialista que se ha consultado para la segunda opinión. Si no es así, el paciente y los familiares tienen que entender bien por qué se indica un camino diferente y el profesional ha de indicarlo por escrito. Hay que entender si el centro de referencia no está ofreciendo verdaderamente el tratamiento óptimo o si el médico que se ha consultado para la segunda opinión propone algo diferente solo como alternativa a una indicación que es de todas formas justa.

La otra situación en la que se solicita a menudo una segunda opinión es cuando el centro de referencia ya no considera apropiado realizar otros tratamientos antitumorales por el estado demasiado avanzado de la enfermedad. En estos casos, el beneficio de la segunda opinión puede ser doble: por una parte, la decisión es tan grave que tener la confirmación consuela mucho; la segunda, podría estar disponible una experimentación apropiada para ese paciente. En general, es el mismo médico de referencia quien sugiere solicitar un segundo parecer; esto es siempre índice de fuerte madurez profesional y de humanidad.

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