Sin duda, no tiene que ser el familiar o el amigo. La persona más capacitada para informar al paciente y gestionar el caso es el médico de confianza. La confianza es esencial.
El motivo principal por el que tiene que ser el médico quien gestione el caso es devolver a las distintas personas los roles apropiados. Al técnico, al médico, las explicaciones y las decisiones técnicas; al familiar, el cariño, el apoyo y la comprensión. El enfermo necesita ayuda de ambas vertientes.
El médico desempeña también así una función de «pararrayos», que libera al familiar y le devuelve su rol más natural.
Mientras tanto, entre las decisiones técnicas que el médico enfrenta está también la muy delicada de cómo informar al paciente. El familiar, como no técnico, no puede saber cómo y qué decir y, sobre todo, cuándo detenerse.