No siempre es fácil distinguir la condición preocupante de la que no tiene importancia solo sobre la base de los síntomas. No obstante, algunos ejemplos ayudan a entender cómo orientarse.
Un mínimo malestar en la barriga, presente desde hace años sin ninguna evolución reciente, no es, sin duda, una señal alarmante. Mientras que un dolor de barriga que hasta hace poco tiempo no se había producido nunca, que ha ido aumentando en las últimas semanas junto con una pérdida de peso es una señal de peligro que necesita profundizarse. De manera análoga, un dolor de cabeza presente desde hace años no es preocupante en general, mientras que un dolor de cabeza en una persona que no lo ha padecido nunca, asociado a una visión doble, necesita urgentemente de una gran atención (TAC cerebral).
Los ejemplos que se acaban de plantear tienen que ver con varios síntomas o trastornos que, juntos, hacen inclinarse por una cierta alarma o por una despreocupación.
El listado que sigue tiene que ver, por su parte, con síntomas que por sí solos han de considerarse siempre señales de alarma y, por tanto, ha de profundizarse sobre ellos con análisis de sangre y pruebas de imagen o imagenología.
- Disfagia, es decir, dificultad para tragar los alimentos.
- Pérdida de peso de más de 4-5 Kg que no se debe a intentos por adelgazar.
- Dolor de tórax que aumenta en unas semanas.
- Tos, de intensidad distinta y sobre todo de duración distinta con respecto a la que «se tiene de vez en cuando».
- Disfonía, es decir, ronquera con las mismas características que se han descrito para la tos.
- Dolor abdominal con las mismas características de intensidad y duración que se han descrito para la tos.
- Nódulos que se pueden palpar de al menos 1-2 cm, duros (característica importante), que han aparecido recientemente.
- Pérdidas de sangre, incluso poca, por cualquier orificio (salvo la nariz).