Los análisis médicos pueden distinguirse en:
- pruebas de imagen o imagenología diagnóstica, es decir RX, TAC PET, gammagrafía, resonancia, ecografía, entre otras;
- análisis de sangre, incluidos los marcadores tumorales (markers).
A nivel de imagen médica, un pequeño nódulo pulmonar de pocos milímetros en una persona que anteriormente tuvo una bronquitis no tiene que alarmar como sucede, por el contrario, con un nódulo pulmonar de 3 centímetros que en pruebas anteriores no existía. En este caso, el tamaño del nódulo y su evolución son las «señales».
Un análisis de sangre puede llegar a ser también una señal, pero es muy improbable que este por sí solo represente una señal fuerte, en ausencia de síntomas o cotejos radiológicos dignos de mención.
Los marcadores tumorales representan un caso especial dentro de los análisis de sangre. Son proteínas que producen los tumores y que se pueden medir en la sangre. Su importancia es intuitiva: se saca sangre, si el marcador está presente significa que hay un tumor; si no lo está, significa que no hay tumor. Sin embargo, no es tan simple. Si así fuera, toda la población sana haría la prueba de los marcadores como prueba de cribado para llegar lo más precozmente posible al diagnóstico de cáncer y asegurarse porcentajes de curación altísimos con solo la cirugía. No es así. Hasta tal punto que las directrices internacionales de prevención oncológica (EL ABC DE LA PREVENCIÓN) no los recomiendan. Efectivamente, muchos cánceres no producen marcadores, pues su valor resulta normal aún en presencia del tumor o, viceversa, muchas condiciones no tumorales pueden provocar una subida de los marcadores aún en ausencia de un cáncer. ¿Entonces? De hecho, los marcadores se usan porque son una ayuda para el diagnóstico que se basa, sin embargo, en otros elementos, no solo en el nivel alto de marcadores.