SE EMPIEZA UN TRATAMIENTO MÉDICO DE PRIMERA LÍNEA

Los tratamientos médicos (quimioterapia, hormonoterapia, inmunoterapia, entre otros) se diferencian de la cirugía y de la radioterapia ya que son tratamientos sistémicos, es decir, alcanzan todas las partes de nuestro cuerpo, a diferencia de los otros dos que funcionan solo localmente.

Frente a un cáncer diseminado, en general se inicia un tratamiento médico para hacer retroceder las lesiones tumorales, detenerlas o, al menos, ralentizar su crecimiento. Este tratamiento médico inicial se llama de primera línea porque los pacientes están al inicio del camino de la enfermedad avanzada. No se sabe aún si el tratamiento médico funcionará o no y no se sabe aún que cariz tomará el curso de la enfermedad, FIGURA 24.

Fig 24. La dificultad de prever cómo iran las cosas: del curso acelerado que deja espacio a pocos intentos a la respuesta completa…y más. La extirpación inicial del tumor primitivo (el círculo blanco) no ha tenido éxito debido a la presencia de metástasis no visibles en el momento de la operación. Estas, se han vuelto visibles con el tiempo al crecer (el círculo amarillo de la recidiva). La terapia médica iniciada, llamada de primera línea (quimioterapia, hormonoterapia, inmunoterapia o terapias biológicas) puede ser más o menos eficaz. Si funciona bien, el cáncer responde y se reduce, a veces incluso desaparece. En caso contrario, puede detenerse y estabilizarse o seguir creciendo pese al tratamiento. La distinta eficacia de los tratamientos determina la evolución más o menos buena de la enfermedad.

Las líneas de tratamiento no se eligen al azar. Existen indicaciones precisas sobre lo que se puede y lo que se tiene que utilizar en primera, segunda y tercera línea, etc. Estas indicaciones se basan en las probabilidades de éxito, es decir, de respuesta temporal (reducción del tamaño del tumor) de los distintos regímenes. Aquellos con mayores probabilidades de éxito se utilizan lógicamente primero y, por lo tanto, son indicados como primera línea. Después, la eficacia de los tratamientos se reduce cada vez más con las líneas sucesivas.

En presencia de metástasis diseminadas, también la radioterapia juega un papel muy importante, incluso si su actividad está limitada a zonas muy circunscritas de nuestro organismo (en general, algunos centímetros cuadrados). Metástasis óseas con dolor, masas que comprimen órganos vitales y metástasis cerebrales sintomáticas son ejemplos de condiciones que se benefician mucho de la radioterapia. Precisamente por esto, a veces el tratamiento de las metástasis puede iniciar con una combinación de terapias médicas y de radioterapia. Las primeras apuntan al control de la enfermedad diseminada; la segunda actúa mientras tanto más radicalmente en zonas críticas que condicionarían la calidad de vida del paciente a corto plazo.

A veces, la radioterapia se emplea antes de empezar el tratamiento médico por la necesidad urgente de mejorar una condición local crítica (metástasis óseas con dolor con riesgo de fractura, metástasis cerebrales con síntomas, etc.).

Un tema muy importante tiene que ver con cuándo hay que empezar el tratamiento. La respuesta parece darse por sentada. En la gran mayoría de los casos, el tratamiento se inicia en cuanto se realiza el diagnóstico de enfermedad diseminada. También porque prevalece el estrés psicológico de «quedarse con los brazos cruzados» sin seguir tratamientos.

Sin embargo, a veces, la condición inicial no suscita una preocupación especial. Si las metástasis son muy pequeñas, si el paciente es muy mayor y está bien pese a la presencia de las metástasis, puede tener sentido esperar a que la enfermedad evolucione antes de iniciar, y reevaluar la situación tras un par de meses. Puede suceder que el tumor crezca muy lentamente en este intervalo de tiempo e incluso que permanezca completamente parado y el paciente siga estando bien sin ningún tratamiento. Se gana así tiempo con una buena calidad de vida, sin ir al hospital, los efectos adversos de los tratamientos, etc. Además, este retraso no compromete la posibilidad de que los tratamientos funcionen cuando se decida iniciar, naturalmente si no se espera demasiado. Efectivamente, las probabilidades de respuesta a los tratamientos cuando las lesiones metastásicas son de 1 cm no son diferentes de cuando éstas son de dos o tres veces esas (POR QUÉ LAS METÁSTASIS NO SE HAN DESCUBIERTO ANTES?), aunque sin duda son inferiores si las metástasis son «masivas» (8-10 cm).

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