EN GENERAL, LA BIOPSIA DA LA CERTEZA

No se puede hablar de cáncer a una persona si no se está seguro. Como mucho, se puede hablar de sospecha de cáncer. No es infrecuente oír a pacientes y a sus parientes contar que los médicos habían dicho que se trataba de cáncer y luego…no era nada. Esto sucede cuando se confunde la sospecha diagnóstica con la certeza diagnóstica que, en general, se obtiene con la biopsia.

La biopsia es la extirpación de un trocito de lesión sospechosa, generalmente un nódulo o una excrecencia, para poderla analizarla a microscopio y determinar si las células que en ella se reconocen son o no son tumorales.

Esta toma de tejido puede realizarse con una aguja fina, con una aguja muy gruesa (tru-cut), con el bisturí o durante endoscopias con las pinzas adecuadas (colon, recto, pulmón cistoscopias, etc.).

Se puede hacer una biopsia en cualquier órgano, incluidos aquellos más difíciles de alcanzar como el cerebro, los huesos o el páncreas. A veces, a pesar de la presencia de señales claras de peligro, la situación es tan incierta, que se duda sobre dónde realizar la biopsia. Por eso se recurre incluso a la cirugía, la llamada cirugía exploratoria, para poder identificar una lesión representativa que pueda dar una respuesta definitiva al diagnóstico. Es el caso de la laparoscopia o toracoscopia diagnóstica. Esto conlleva un pequeño corte en el abdomen (la barriga) o en el tórax para introducir un instrumento que permite mirar el interior y tomar el tejido sospechoso que analizar a microscopio. Aunque el corte es pequeño, se trata siempre de una cirugía que precisa de hospitalización.

Otras veces, la presencia de líquido en la cavidad peritoneal o en el tórax facilita el diagnóstico, ya que su aspiración puede llevar a reconocer bastante fácilmente células malignas en el líquido extraído.

El acto de realizar la biopsia puede ser, por tanto, más o menos fácil dependiendo de dónde se encuentra la lesión y de la técnica empleada. La aspiración con una aguja fina de un nódulo subcutáneo o mamario puede realizarse en ambulatorio con un sufrimiento mínimo por parte del paciente, mientras que la laparoscopia es verdaderamente una cirugía que ha de hacerse con anestesia total, con hospitalización.

La regla general cuando hay que hacerse una biopsia es hacerla en el lugar más sencillo, con el método menos invasivo posible, que dé las mayores posibilidades de llegar al diagnóstico preciso.

La biopsia puede resultar:

  • positiva (es decir, indicar la presencia de tumor) y marcar, por tanto, el inicio de la enfermedad de cáncer para el paciente;
  • negativa en cuanto a la presencia de tumor maligno y terminar así una serie de ansias infinitas y justificadas por parte del paciente;
  • puede, ser negativa al cáncer, pero no resolver de ninguna manera las dudas.

Esto puede suceder, por ejemplo, cuando el material recogido es insuficiente o se ha dañado durante el procedimiento mismo de la biopsia. Esta última condición genera, con razón, mucha frustración. El médico tiene que decidir, por tanto, si repetirla o «conformarse» con el nivel de certeza dado por las cuatro dimensiones clínicas descritas en (TENER UN DIAGNÓSTICO CIERTO).

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