A VECES NO ES RECOMENDABLE NINGÚN TRATAMIENTO ADYUVANTE. ¿CÓMO ASÍ?

Son cinco los motivos por lo que esto puede suceder.

  1. La experiencia y los estudios clínicos han demostrado que, para ciertos tipos de tumor, seguir o no seguir un tratamiento adyuvante no cambia las probabilidades de recaída. Está claro, pues, que el tratamiento adyuvante no tiene que realizarse en estos casos. Por ejemplo, en el cáncer de riñón se ha probado la radioterapia con resultados peores con respecto a no hacer nada. La quimioterapia no ha producido ningún beneficio y, más recientemente, incluso los tratamientos biológicos administrados por largos periodos no han dado ninguna ventaja con respecto a la solo cirugía.
  2. El problema de las formas raras dentro de los tumores frecuentes. Si el beneficio de la quimioterapia preventiva está bien demostrado en el cáncer de mama ductal infiltrante o lobular (son las dos formas frecuentes de cáncer de mama), no quiere decir que lo mismo valga para otras formas menos frecuentes (las distintas formas se distinguen a microscopio). De hecho, en el caso del carcinoma tubular de la mama (raro), las ventajas de la quimioterapia preventiva son mínimas, haciéndola inútil en la mayoría de los casos. Existen ejemplos análogos para todos los tipos de cánceres, lo que complica mucho las cosas.
  3. Los casos más frecuentes en los que no se prescribe el tratamiento adyuvante tienen que ver con las condiciones de riesgo bajo y beneficio mínimo del tratamiento. EL TRATAMIENTO ADYUVANTE). Es el caso del riesgo de recaída, alrededor del 10 %, y del beneficio, alrededor del 1-2 % de la FIGURA 11.

Fig 11. Resultados del tratamiento adyuvante cuando es «poco» eficaz

Dicho de otro modo, tienen que tratarse 100 enfermos para «salvar» 1 o 2, 90 se han curado ya con la cirugía, y 8-9 seguirían el tratamiento inútilmente ya que recaerán lo mismo. Está claro que el problema no se plantea si el tratamiento adyuvante en cuestión es una hormonoterapia muy bien tolerada. Pero, en el caso de quimioterapia tóxica que puede dejar daños incluso permanentes, nos preguntamos si vale la pena.

Experimentos de psicología han demostrado que la persona sana puesta en esta condición de equilibrio muy pequeña responde en general con un no seco al tratamiento.

Pero para el enfermo, la respuesta es muy incierta, aproximadamente un tercio de los pacientes quieren seguir el tratamiento, incluso si es tóxico, para un beneficio tan limitado (1-2 %); un tercio lo harían pero para un beneficio que fuera al menos del 3-4 %; los más fatalistas, el último tercio, lo harían solo por un beneficio del 4-5 % para arriba.

4. En caso de las personas mayores o muy mayores, se plantean consideraciones importantes.

  • Un hombre de sesenta años sano tiene el 92 % de permanecer vivo y sano a 70 años;
  • un hombre de setenta años sano tiene aproximadamente el 75 % de probabilidades de llegar a 80 años;
  • un hombre de ochenta años sano tiene menos del 50 % de probabilidad de llegar a los 90.


Estos números son importantes en las elecciones de si seguir o no tratamientos adyuvantes tras una cirugía por cáncer. Efectivamente, como hemos visto, los beneficios varían de 0 al 30 %, mediamente alrededor del 5-15 % (POSIBLE TRATAMIENTO ADYUVANTE (PREVENTIVO) TRAS LA CIRUGÍA). En la persona mayor, pero sobre todo en los más mayores, la posibilidad de efectos tóxicos letales de las quimioterapias adyuvantes se triplica, como mínimo. Como referencia general, en los mayores, la quimioterapia adyuvante se recomienda solo cuando el riesgo de recaída es consistente y el beneficio es al menos del 5-10 %.


5.Razonamientos análogos valen para pacientes que, en concomitancia con el cáncer recién operado, tienen otras enfermedades graves que comprometen la esperanza de vida. Ha de considerarse siempre la persona en su conjunto, no solo el cáncer. Y cuando se toman las decisiones terapéuticas, han de considerarse tanto las patologías concomitantes como los aspectos psicológicos del paciente.

También en el caso de que no se haya recomendado ningún tratamiento adyuvante, inicia igualmente el periodo de seguimiento para el paciente, como en los casos en los que el tratamiento adyuvante se ha llevado a cabo. Efectivamente, la situación es análoga. Se hacen controles periódicos para asegurarse de que no se produzcan recaídas. Está claro que el simple control mediante TAC, análisis de sangre, gammagrafías u otras pruebas no reduce la probabilidad de recaída pero, en el caso de que sean normales, el resultado favorable de estas pruebas tranquiliza al paciente.

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